OUTDOOR SPREAD

Salimos de un monte con cadillos en los pies…

-Laureano Enrique / Auger-Vega Alfonso A., Salimos de aquí

…Pero la vida de cualquier ser vivo no comienza con su propio nacimiento:

es mucho más antigua.

-Emanuele Coccia, Metamorfosis: la fascinante continuidad de la vida

En su más reciente exhibición en Recinto Cerra, Jaime Rodríguez Crespo presenta una serie de esculturas de mediano y gran formato que giran en torno a un elemento natural usualmente relegado al background del paisaje cotidiano. Se trata del cadillo o pequeque: sub-protagonista o actor secundario fácilmente olvidado cuando se evoca el monte, patio o jardín. Retomando una investigación previa donde formas naturales adoptan y adaptan medios artificiales, Rodríguez Crespo ajusta el foco en una especie de zoom escultórico a la Claes Oldenburg para ampliar la escala de los abrojos invitándonos a ser maravillados por la apariencia y complejidad formal de estas frugales semillas siempre en transito y pocas veces observadas en detalle.

Mientras algunas plantas son polinizadas por abejas, mariposas y un sinnúmero de animales, al adherirse a las fibras que vestimos, estas semillas viajantes cuentan también con el ser humano como agente diseminador. Cuando entendemos al ser humano no como un ente separado de su entorno o medio ambiente; cuando se le sitúa como un actante más en un ecosistema planetario entenderemos la vida, más allá de lo humano, como algo que se transforma y transmite de cuerpo en cuerpo, de individuo en individuos, de especie en especies, de reino en reino. Basta con estar vivo para aportar al ciclo. Es aquí cuando tanto el adulto cauteloso como el niño que juega devienen colibrí o reinita, cuando el ruedo de un vestido imita un pétalo o flor que seduce a la abeja para esparcir su polen. Los cadillos en la ropa nos recuerdan esa fuerza vital que nos recorre y atraviesa todo lo que nos rodea; al pasear sobre el pasto y recorrer la montaña volvemos a ser el niño y a la vez la mariposa.